VANIDAD
Revelarse, luchar, intentar desviar su curso, no rendirse a
lo evidente, sufrir el paso del tiempo en actitud rebosante de vanidad. Caer en
la trampa que nos arrulla sin mostrar el engaño al que nos somete y quedar
narcotizados por su veneno. Y bajo esa influencia correr la cortina que ciega
nuestro universo, impidiendo que la luz penetre en él y encaminar nuestros pasos
por una senda inerte y gris desviándonos de la verdad y de la esencia de vivir.
¿Cuándo nos sucede? ¿Acaso en el nacimiento de nuestra primera cana? ¿Al sentir
el abandono de la frescura en la piel?
No es fácil mirarnos a los ojos en el espejo para tomar
conciencia de ese influjo y sacudirse el yugo de la perfección impuesta, sacar
fuerzas y soplar desvaneciendo la niebla que nubla la razón y admitir de una
vez por todas que todos, sin excepción, nos hacemos mayores.
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