lunes, 3 de diciembre de 2012

VANIDAD


VANIDAD

 

Revelarse, luchar, intentar desviar su curso, no rendirse a lo evidente, sufrir el paso del tiempo en actitud rebosante de vanidad. Caer en la trampa que nos arrulla sin mostrar el engaño al que nos somete y quedar narcotizados por su veneno. Y bajo esa influencia correr la cortina que ciega nuestro universo, impidiendo que la luz penetre en él y encaminar nuestros pasos por una senda inerte y gris desviándonos de la verdad y de la esencia de vivir. ¿Cuándo nos sucede? ¿Acaso en el nacimiento de nuestra primera cana? ¿Al sentir el abandono de la frescura en la piel?

No es fácil mirarnos a los ojos en el espejo para tomar conciencia de ese influjo y sacudirse el yugo de la perfección impuesta, sacar fuerzas y soplar desvaneciendo la niebla que nubla la razón y admitir de una vez por todas que todos, sin excepción, nos hacemos mayores.

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